25/1/11

Sobre la rama de un árbol, descansaba el cuervo con un sabroso queso en el pico. En eso estaba, cuando pasó la zorra, y ansiosa de robarle el manjar, se acercó a hablarle:
—Amigo cuervo, ¡qué plumaje tan bello tienes! Supongo que si tu canto es tan hermoso como las plumas de tu cuerpo, nadie se atreverá a decir que no eres el rey del bosque. Canta un poco, te lo suplico, para que yo escuche la melodía de tu voz.
El cuervo se sintió muy halagado ante aquellos cálidos elogios y suponiendo que realmente la zorra lo veía hermoso y que la dejaría admirada con su voz, abrió el pico para cantar y con esto cayó el queso justamente en la bocaza preparada de la zorra que desde abajo no dejaba de mirarlo.
Muchas gracias, amigo cuervo. Esto era lo que esperaba — agradeció la astuta zorra.
Y así diciendo, se marchó campante.

(La fontaine)
Adular es decir a otro, con una intención maliciosa, lo que le puede agradar, con el fin de alcanzar un objetivo. La zorra desde el principio tenía muy claro que no deseaba ni en lo más mínimo alabar al cuervo, ella simplemente quería el delicioso queso, así que con un propósito engañoso alabó al cuervo para que este abriera su pico y soltara el pedazo de queso.
Ese mismo propósito engañoso y esa intención maliciosa fue la que tuvieron los fariseos y herodianos que se acercaron a preguntarle a Jesús algo concerniente al tributo.
Jesús, terminando su ministerio, entró a Jerusalén sobre un asno, la gente lo recibió como el gran maestro, algunos habían recibido sanidad, otros habían escuchado atentamente sus enseñanzas y creían que él era el Mesías prometido.
Una vez en Jerusalén, al segundo día de estar allí según Marcos, Jesús echo fuera a todos los que habían convertido el templo en un negocio, los compradores y vendedores, cambistas y artículos comerciales salieron volando de allí. Mi casa es casa de oración, dijo Jesús.
Al tercer día Jesús regresa al templo y su enseñanza se dirige directamente a los sistemas organizados del momento, los fariseos, los saduceos, los escribas y los maestros de la ley eran su público potencial. En parábolas Jesús enseña que el sistema no sirve, que los invitados no irán a la fiesta, que hay labradores malvados, que muchos están por delante de los que se creen santos y perfectos.
Estando en medio de dicha enseñanza sus interlocutores ven el momento preciso para interpelar. En primer lugar los Fariseos y los herodianos se unieron para tentarle, luego lo harían los saduceos y los fariseos. Jesús enseña sobre el fin de los tiempos y sobre la venida del hijo del hombre. Estaban a dos días de la pascua. Luego de la pascua Jesús es crucificado, a los tres días resucita y a los cuarenta días va al cielo.
Nos referiremos a la pregunta que hicieron los fariseos y los herodianos. Socialmente y políticamente estos eran opuestos, los fariseos eran el circulo de los hombres “buenos” que guardaban con precisión la ley, eran judaizantes; los herodianos, por el contrario eran los seguidores de Herodes y apoyaban la conquista de los romanos. Aunque eran oponentes, decidieron unirse para controvertir a Jesús.
Su intención, a si como la intención de la zorra en la fábula, era engañar, hacer caer a Jesús, tentarlo, su intención era maligna y sus palabras aduladoras: sabemos que eres verdadero, porque no tienes preocupación de lo que dicen los demás, no importa quien sea, y también enseñas el camino de Dios con verdad.
El común denominador de estas palabras es la palabra verdad. Ellos lo adulan diciéndole a Jesús que él es verdadero, le dicen que al ser verdadero no tiene temor de lo que los demás puedan decir, le dicen que es seguro; y le dicen que lo que hace, enseñar, lo hace con verdad.
Luego de semejantes palabras, de sus contradictores, viene la pregunta. ¿Es lícito dar tributo a César, o no?, ¿Daremos, o no daremos? La pregunta estaba bien pensada, Jesús se equivocaría, caería en la trampa. Si Jesús decía que debían dar tributo estaría a favor de Herodes y el pueblo estaría en contra suya, si Jesús decía que no, estaría en contra del gobierno. Cualquier respuesta sería errónea.
Jesús, que sabía su intención maliciosa, los descubre y les dice: Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. La reacción fue de maravilla, no se esperaban esa respuesta.
Independientemente de las intención aduladora y maliciosa de los herodianos y de lo fariseos la descripción que hacen de Jesús no es falsa, todo lo que dijeron es verdad, y hoy podemos aprender algo de ellas.
El punto central de la descripción radica en el reconocimiento de la identidad de Jesús. Tú eres veraz, verdadero. Tú no eres falso. Para nosotros hoy es común escuchar estas palabras, pero para ellos dicha descripción era una gran proclama. Jesús, hasta el momento era un líder que predicaban un nuevo mensaje, algunos creían que era el Mesías, pero no todos - Jesús no había muerto ni resucitado, esa fue su evidencia plena para que fuera el Mesías, el Cristo -. Con sus palabras los contradictores de sus enseñanzas le estaban diciendo que él era verdadero, veraz.
Las palabras a continuación nos muestran la manera por medio de la cual ellos llegaron a esa conclusión.
En primer lugar, no te cuidas de nadie, porque no miras la apariencia de los hombres. Están hablando del hecho de ser verdadero, y esta frase se convierte en una evidencia. Lo que dicen es: dado que eres verdadero no te preocupas por nadie, no importa quien sea, (no olvidemos que ellos eran los contradictores); ellos le estaban diciendo: Tú eres verdadero y no te importa que nosotros te preguntemos algo. Con estas palabras estaban reconociendo la seguridad de Jesús. Dado que Jesús es verdadero anda siempre seguro.
En segundo lugar, con verdad enseñas el camino de Dios. Ellos los llamaron maestro, lo identificaron con una profesión, con un oficio, y le dicen que la ejecución de su profesión, la enseñanza, la hace con verdad. Esta es la segunda evidencia del por qué ellos dicen que Jesús es veraz. Él hace lo que hace con verdad, con integridad.
La evidencia de la identidad de Jesús, él es veraz, es su seguridad, no le teme a lo que digna los demás, porque él es veraz; y su integridad, todo lo que hace lo hace con verdad.
Este hecho lo demostró Jesús en su ministerio. Él dijo: (Juan 14:6) yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Juan, en la introducción a su evangelio y luego de haber conocido a Jesús dijo: (Juan 1:14) vimos su gloria… lleno de gracia y de verdad.
Durante su ministerio Jesús siempre fue seguro, dado que tenía la verdad, que era la verdad, no tuvo problema es discutir con sus adversarios su predicación; no tuvo problema enseñar su doctrina a los sabios, aun siendo niño. Los que escuchaban su enseñanza: (Mar 1:22) se admiraban de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.
Todo su ministerio fue público y todo lo que hizo fue integro. Como maestro enseñó con verdad, sanó a los enfermos verdaderamente, dio pan a los hambrientos, fue testimonio. Siempre con integridad, de manera recta. Su testimonio siempre fueron sus palabras y sus hechos. Y la proclamación de dicho testimonio siempre fue dada por los otros, no por él mismo. No vemos a Jesús parado en una plaza hablando bien de él, siempre esperaba que los demás dieran testimonio de él. (Juan 5:31) si doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. En el pasaje que estudiamos, el testimonio lo dan sus opositores.
Jesús, durante su ministerio, tuvo una identidad clara, una seguridad definida, y una integridad ejemplar.
Hay un principio bíblico que todos debemos aplicar, (1 Juan 2:6) si decimos que permanecemos en Dios, debemos andar como Jesús anduvo. Es decir, Jesús es un ejemplo para nuestra vida. En este orden de ideas se hace perentorio que estas tres características de Jesús, la identidad, la seguridad y la integridad, estén presentes en nuestra vida.
Con el fin de evaluar nuestras vidas le invito a seguir la estructura del texto. En primer lugar los fariseos y herodianos identifican a Jesús con una profesión, maestro. Cambiemos un poco el texto, y en vez de la palabra maestro coloquemos nuestro nombre, ahora leemos: ____, sabemos que eres veraz, que eres seguro, y que eres integro. ¿Estas serán las palabras de las personas que nos conocen?
Una primera evaluación a nuestra vida podría ser: ¿Tengo una identidad clara, soy verdadero?, ¿Estoy seguro de lo que tengo y lo que creo?, ¿Soy integro en todo lo que hago?
Demos un poco de enfoque a nuestras preguntas. Evaluémonos como cristianos, como hijos de Dios. (su nombre)____________ como cristiano es veraz, está seguro, es integro.
Dediquemos un momento a cada uno de estos ingredientes. Para tener una identidad clara y ser verdaderos, veraces, es necesario conocer la verdad. Es imposible ser lo que no sabemos. El primer paso es conocer la verdad, Jesús dijo: (Juan 8:32) y conocerán la verdad, y la verdad los liberará. El tema está en conocimiento. Es curioso que Jesús no dice crean en la verdad, él dice conocerán la verdad.
El punto no es contrastar la fe con el conocimiento, al contrario, el conocimiento genera fe. Cuando yo conozco algo, mi fe es mucho más sólida que cuando lo desconocía. La primer vez que miramos a nuestra pareja, no la conocíamos por lo tanto no confiábamos en ella, cuando la conocimos aprendimos a confiar en ella. Cuando conocemos a Dios, confiamos mucho más en él.
Se trata de conocer a Jesús, y el único medio posible es teniendo relación directa con él. El estudio sistemático de la Biblia y la oración, nos permitirán conocer a Dios, conocer la verdad.
Una vez que conocemos la verdad, podemos practicar la verdad. Entonces estaremos seguros, seremos firmes en nuestra fe, maduraremos, no nos preocupará lo que dicen, viviremos de acuerdo con lo que hemos creído, no nos dejaremos llevar por cualquier viento de doctrina, ni nos pasará lo que le sucedió a la iglesia de Galacia, que por desconocimiento, cambiaron el evangelio.
Cuanta falta nos hace estar seguros, seguros de nuestra fe, seguros del por qué hacemos lo que hacemos, seguros de que estamos en la verdad, no porque los demás lo dice, sino porque yo lo investigue, Dios me lo revelo y yo lo entiendo.
Una vez conozcamos la verdad, la practicaremos en nuestra vida, con nuestros actos. Una de las más grandes críticas que recibe el cristianismo no está en lo que decimos, está en lo que hacemos. Muchas veces olvidamos que ser cristianos es comportarnos como cristianos, más que simplemente decir que somos cristianos. Debemos actuar con integridad.
Un arquitecto no es solo arquitecto porque diga ser arquitecto, es arquitecto porque conoce de arquitectura, porque está seguro de lo que sabe, y porque construye casas y no se caen. Qué opinión le merecería un arquitecto que tiene un título de la mejor universidad del país enmarcado en la pared, y que ha dirigido la construcción de tres edificios y todos se le han caído. Ese no es arquitecto, y usted nunca le encomendaría que le construyera su casa, a pesar del diploma.
A los cristianos se nos debe conocer más por lo que hacemos que por lo que decimos. No seremos salvos por obras, pero las obras son la evidencia de que somos salvos. Basta ya de decir una cosa y hacer otra, de decir que tenemos la verdad y no actuar con veracidad.
Un buen plan de acción sería profundizar nuestro conocimiento en la verdad, seremos más libres. Dicha verdad afectará nuestra identidad por completo, seremos verdaderos, tendremos una identidad clara. Esta identidad se verá reflejada en nuestra seguridad, y en nuestra integridad. Falta nos hace hombres y mujeres conocedores de Dios, de la verdad, con una identidad definida, si somos cristianos vivimos como cristianos, de palabra y de hecho, y estamos seguros de ello.
Qué Dios nos ayude a movernos un poco, a ser más que parecer y decir. A tener una identidad clara que se evidencia en la seguridad, y en la integridad. Jesús es un gran ejemplo, sus mayores opositores reconocieron estas cualidades en él. ¿Qué dirán que nosotros, nuestros opositores, de nosotros? ¿Nos tendrán como hombres veraces? ¿Seremos íntegros en lo que hacemos?
John Anzola
Enero de 2011

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