19/6/12


La humildad, un elemento indispensable de cristianos que viven en comunión y en unión
Introducción
Vivir en comunidad no es fácil. En realidad podemos vivir con nuestra familia porque la conocemos, porque nos conoce; porque los años, la educación, los valores, las costumbres, el amor, entre otros elementos han permitido desarrollar lazos que nos permiten vivir en unidad y comunión. Con todo y eso, muchas veces, tenemos diferencias, opinamos diferente, discutimos y hasta peleamos con ellos. Es parte de vivir en comunidad, en sociedad.
El tema se hace mucho más complicado cuando tenemos que compartir con personas con las que tenemos más diferencias. En algunos momentos pareciera que hay un abismo que nos separa, y eso hace que nuestro compartir tenga más posibilidades de fracaso que de éxito. Es por esto, por ejemplo que el matrimonio, alejado de los parámetros bíblicos, es una empresa tan complicada. La convivencia es uno de los factores por los cuales más matrimonios terminan en el divorcio.
De estas diferencias, los medios masivos de comunicación han sabido sacar provecho. Los reality show, por ejemplo, se han convertido en programas de televisión en donde el producto diario es la diferencia personal y problemas de la convivencia. Convivir son personas tan diferentes no es nada fácil.
La iglesia no es la excepción. La  iglesia naciente, aunque vivían en comunión, en koinonía (Hechos 2: 45-47; 4:32), también tuvo problemas de convivencia, como son normales dentro de un grupo social. Hechos 6:1 da cuenta cómo, por el gran número de creyente, se presentaron algunos problemas en cuando a la distribución diaria de comida. Este hecho generó un problema de murmuración. Los creyentes griegos comenzaron a manifestar su descontento hacía los creyentes hebreos por este hecho. La solución fue nombrar diáconos que se encargaran de este trabajo. El problema quedó solucionado.
Aunque como cristianos tenemos en común a Cristo, su mensaje de salvación y la fe que profesamos, no es difícil pensar que podríamos  establecer diferencias entre nosotros mismos.
La iglesia de Filipos era una iglesia que se caracterizaba por vivir en comunión, en koinonía, tenían las cosas en común, habían ayudado a Pablo en sus prisiones. No obstante Pablo les habla de unidad y comunión. Nunca será suficiente hacer actos de comunión, siempre será indispensable practicar la unidad y la koinonía como una constante de nuestra fe.
En Filipenses 2:1-2 Pablo solicita a la iglesia que complementen su felicidad. Pablo ha dado gracias a Dios por la comunión de la iglesia (Filipenses 1:3), y ahora les está indicando que llenen por completo su corazón de gozo sintiendo un mismo amor, un sentir unánime.
El versículo 1 del capítulo 2 es un inventario de 5 aspectos en tenía la iglesia y que darían como resultado la vida en comunión y en unidad: consolación en Cristo, consuelo de amor, comunión en el Espíritu, afecto entrañable, y misericordia. Estos elementos son preciosas virtudes con las que contaba la iglesia. Así que Pablo les dice, ya que ustedes tienen esto no les queda más que llenar por completo mi corazón de gozo teniendo el mismo amor, unánimes en un mismo sentir.
¿Existe hoy en nuestra vida el mismo inventario con el que contaba la iglesia de Filipo? ¿Podría Pablo decir lo mismo de nosotros? ¿En nuestra vida de comunión hay consolación, consuelo, comunión, afecto entrañable y misericordia? ¿Podemos llenar por completo el corazón del apóstol de alegría teniendo unidad y comunión?


La humildad
Sin duda alguna, dentro de la comunidad de creyentes de Filipos, aunque vivían en comunión y tenían un mismo sentir, se podrían presentar problemas como lo que se habían dado en la iglesia en Jerusalen. El hacer parte de un grupo es el espacio preciso para comenzar, muchas veces sin intención premeditada, a destacar nuestro yo individual, por encima de la unión y del yo grupal.
La vida en comunidad, el compartir con otras personas, es el ámbito preciso para comenzar a establecer diferencias que cada vez nos comienzan a caracterizar por no tener unidad. Nadie que está solo piensa en vanagloriarse de lo que hace. Es cuando estamos rodeados de otras personas que comienza a crecer en nosotros sobras de orgullo, de creernos mejor que los que nos rodean. Y es eso, el orgullo, el enemigo número uno de la vida en koinonía.
Pablo, conocedor de esta amenaza, y conocedor de la comunión de la iglesia de los filipenses introduce el tema de este capítulo, la humildad.
Parafraseando un poco el texto, Pablo dice: ya que ustedes viven en comunión y en unión nunca hagan las cosas por contienda ni por vanagloria.
La palabra  en griego que se traduce por contienda es ριθεία. En el libro “Palabras griegas del Nuevo Testamento, Barclay dice:
La evolución del significado de esta palabra, que empezó expresando el trabajo que un hombre hace por el honesto salario de un día y terminó describiendo el trabajo que se hace única y exclusivamente por dinero... Describe la forma de ser del hombre que aplica las normas humanas y terrenales a todo, y que mide las acciones con la vara del prestigio y del éxito personal.”
Esta palabra podría significar, como lo dice el autor citado, "ambición egoísta".
Esta motivación era la que tenían algunos predicadores romanos que Pablo señala en el capítulo 1, versículo 16. Y estos son un buen ejemplo de lo que, Pablo dice, no seamos. Aunque hablamos de ellos cuando estudiamos el capítulo 1, recordemos cuál era su motivación para predicar el evangelio y veamos cómo no actuar: (ellos) Predican a Cristo por envidia y contienda,  por contención, no sinceramente pensando añadir aflicción a mis prisiones.
Aunque Pablo, en el capítulo 1, no evaluó la actitud de estos predicadores, lo que no significa que el apóstol apruebe esta acción, en el capítulo 2 es preciso en mencionar que de ésta manera no es correcto actuar.
El ejemplo negativo de estos predicadores de Roma, que aunque anunciaban a Cristo y eso era lo importante, nos cuestiona a nosotros. ¿Servimos a Dios en busca de una ganancia personal, o una ambición egoísta, o buscando ser medidos en prestigio y en éxito personal? Es preocupante cuando un predicador es más reconocido que su predicación, es preocupante cuando un cantante es más reconocido que su alabanza a Dios, es preocupante cuando nosotros nos llevamos la alabanza que no nos pertenece.
El orgullo y la búsqueda de prestigio nos lleva al segundo elemento señalado por el apóstol, la vanagloria.
La palabra en griego es κενοδοξιαν. Indica una alabanza hueca, vacía, que no el últimas  no tiene ningún significado. Cuando hacemos las cosas por recibir la alabanza que no nos merecemos esa alabanza termina por ser hueca, similar a un tarro hueco por dentro que no sirve para nada.
Una vez Pablo ha mencionado el no actuar, de una manera pedagógica, indica el actuar, no hagan las cosas de esta manera, al contrario háganlas de esta otra manera. La segunda parte del versículo 3 dice: antes bien con humildad.
Mucho se ha escrito de la humildad: fábulas, cuentos,  novelas y frases tratan del tema. Cada moralista y filósofo tienen una definición de lo que es la humildad. Pero después de leer algunos de estos textos he optado por limitarme a la descripción del apóstol.
Hagan todo con humildad: (1) estimen a cado uno superior a él mismo. (2) busquen el provecho de los demás, antes que el propio.
La autoestima es el reconcomiendo real y objetivo que cada persona hace de sí misma. Pero cuando ese reconocimiento se va al extremo se convierte en orgullo, en arrogancia, en vanidad, y en un exceso de estimación propia que lleva a las personas a creerse y sentirse superior a las demás.
Lo que Pablo dice es: no se crean superiores a los demás, por el contrario, miren y traten a todos los que los rodean como superiores a ustedes mismos. Eso es humildad.
El diccionario RAE dice que el “inmoderado y excesivo amor a sí mismo, que hace atender desmedidamente al propio interés, sin cuidarse del de los demás es egoísmo.”[1] El pensar primero, segundo y tercero en mí, en lo que digo y en lo que hago, antes de pensar en los demás es lo que Pablo dice que no hagamos.
¿Busco el provecho del grupo, antes que mi propio provecho? ¿Me intereso por bienestar de los demás antes que por mi propio bienestar? El ser humildes estimando a los demás como superiores  y buscando el bienestar de los demás es un factor indispensable para la vida en comunión, en koinonía y en unión.
Jesús, el ejemplo de humildad.
Los versículos 5-11 es un poema narrativo sobre la humildad. Jesús, El Señor, El Cristo, es la perfecta ilustración de lo que es ser humilde. La orden de Pablo es tengan el mismo sentir que Cristo tuvo, hagan exactamente lo que él hizo, mírenlo a él y hagan exactamente lo mismo. El ejemplo es muy alto, el reto muy alto. La tarea es larga, pero es maravillosa.
Las acciones de Cristo Jesús descritas por Pablo en este segmento determinan con claridad lo que es en verdad la humildad. La orden del apóstol es seguir este ejemplo.
Para entender con plena claridad lo que los teólogos han denominado la humillación de Cristo, con base en este pasaje, revisemos cada acción descrita por el escritor:
Cristo Jesús, teniendo la forma de Dios, siendo igual a Dios, no se aferró a ello, por el contrario se despojó tomando forma de siervo, siendo similar a los hombres. Y obteniendo semejanza de hombre se humilló siendo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. En otras palabras de Pablo: Dios se manifestó en carne. (1 Timoteo 3:16).
Lo que Cristo Jesús hizo fue un acto de humildad tal que a lo largo de los años se ha convertido en pleno ejemplo de humildad. El punto central del pasaje se encuentra (1) en su posición inicial, lo que tuvo que dejar; y (2) en su posición final, lo que tuvo que hacer.
Jesús en ningún caso tuvo motivo para aferrarse a su posición celestial, al contrario, se despojó de ella y adoptó una posición terrenal, a tal punto, de morir y morir en la cruz (prueba perfecta de su humillación). En otras palabras, Jesús buscó el provecho de los demás, antes que su propio bienestar.
Por su humillación, Dios (1) lo exaltó hasta lo sumo y (2) le dio un nombre que es sobre todo nombre. La finalidad de su exaltación radica en que en su nombre toda (1) rodilla se doble ante él, (2) toda lengua confiese que Jesús, Es El Cristo, Es el Señor.
La intención de Pablo radica en que la iglesia comprenda el maravillo sacrificio hecho por Cristo, lo que dejó para mostrar un camino de salvación al hombre, y lo que recibió por ser quien es: Dios manifestado en carne.
Con semejante ejemplo de humildad el reto es tener el mismo sentir de Cristo. Sin importar lo importante que tengamos o lo importante que seamos, nuestro interés debe estar puesto en los demás, antes que en nosotros. Sin importar lo importante que tengamos o lo importante que seamos, los que nos rodean siempre deben ser vistos como superiores a nosotros.
El resultado que tuvo Jesús no es más que el resultado de la humildad, la exaltación. Toda rodilla se dobla ante él y toda lengua lo proclama como Señor es el resultado de una humillación previa. El resultado de nuestra humillación podría llegar a ser algún tipo exaltación, pero en últimas lo que hacemos, por bueno que sea, lo hacemos para su gloria. Así que la gloria no es nuestra, le pertenece solo a él.
¿Tenemos en nuestra vida diaria el mismo sentir que tuvo Cristo? ¿Pensamos primero en lo que podríamos perder, o pensamos primero en lo que los demás pueden ganar? ¿Veo a los demás como superiores a mí mismo, o por el contrario, creo que soy mejor que todos?
Timoteo y Epafrodito, ejemplo de líderes humildes.
En nuestro estudio damos un saldo. En vez de continuar son la sección de los versículos 12-18, pasaremos a los versículos 19-30, por ser sus protagonistas ejemplos de líderes humildes.
Pablo retoma su sentimiento de pastor, apóstol y maestro que ama a una iglesia fundada por él y les escribe acerca de sus próximos planes. En dichos planes el nombre de 2 líderes sale a relucir: Timoteo y Epafrodito.
Hasta donde sabemos Timoteo estaba en ese momento  acompañando al apóstol mientras que este estaba en prisión en Roma. Timoteo había estado con Pablo desde muy joven y se había convertido en un discípulo suyo y ayudante de la obra misionera. La última epístola paulina tiene como destinatario a Timoteo mientras que éste estaba en Efeso.
Dentro de los planes cercanos de Pablo estaba enviar a Timoteo a Filipos para saber de primera mano cómo marchaba la iglesia fundada por el apóstol 10 años antes. En palabras de Pablo: Espero en el Señor Jesús enviaros pronto a Timoteo, para que yo también esté de buen ánimo al saber de vuestro estado.
Llama la atención la descripción que hace Pablo de Timoteo, y pienso que como líderes, además del perfecto ejemplo de Cristo, tenemos el ejemplo de este líder del primer siglo.
Timoteo tenía un interés especial en la iglesia de Filipos. (Versículo 20). De todos los que rodeaban a Pablo ninguno tenía esta característica tan marcada como la tenía Timoteo. Pablo hace una comparación: muchos buscan lo suyo, están interesados en lo que pueden hacer para beneficiarse ellos mismos, pero Timoteo busca lo que es de Cristo, y lo que es beneficioso para la iglesia. 
De acuerdo con las palabras de Pablo, podemos concluir que la iglesia conocía a Timoteo y todo lo que este había trabajado con Pablo. El apóstol lo resume en estas palabras: Timoteo me ha servido como hijo a padre, en el evangelio.
Esta descripción que Pablo hace de Timoteo es una plena descripción de un líder cristiano maduro que busca lo que es de Cristo y su servicio a él. De alguna manera podríamos comparar a Timoteo con los otros predicadores de Roma. Los últimos predicaban a Cristo por contienda, por ganancia, buscando su propio beneficio. Pero Timoteo no era como ellos. Lo que le importaba a Timoteo era su Cristo y su servicio a él.
Cuánto necesita  la iglesia de este tiempo que se levanten líderes ejemplo como Timoteo. Líderes que solo busquen a Cristo y su servicio, líderes que su motivación con toda humildad radique en el servicio a él. Líderes que sirvan como un hijo a un padre.
¿Tiene nuestro servicio las características que tuvo el servicio de Timoteo? ¿Nos conoce la iglesia por nuestros meritos en el servicio a Dios? O por el contrario ¿Nos reconoce por nuestro orgullo, nuestra altivez y nuestra codicia?
Mientras que Pablo estaba preso en Roma, la iglesia de Filipos le había enviado, con Epafrodito, unas ayudas que recogieron para el apóstol. Una vez Epafrodito estaba en Roma, cayó enfermo  y casi muere. Por distintos motivos la iglesia de Filipos se enteró de la enfermedad de Epafrodito y éste se angustió ya que había dado causa de preocupación a la iglesia.
En los versículos 25-30 Pablo le comenta a la iglesia que enviaba a Epafrodito de regreso y hace una descripción que hoy cualquier líder debería llenar. Pablo dice hablando de él: mi hermano, mi colaborador, compañero de milicia, mensajero, y ministrador de necesidades.
La humildad de Epafrodito queda con justa razón evidenciada en su preocupación dado que la iglesia se había enterado de su enfermedad. Es decir, Epafrodito puso el bienestar de la iglesia por encima de su propio bienestar. Qué ejemplo.
Pablo termina este capítulo indicándole a la iglesia que reciban a Epafrodito y que tenga en estima a los líderes que son como él. Entre otras muchas cualidades, humilde.
¿Tiene nuestro liderazgo las características que Pablo menciona al referirse a Timoteo y a Epafrodito? ¿Nos interesa más nuestro bienestar, o el bienestar de la iglesia? ¿Qué nos preocupa más, que la iglesia sepa de nuestra necesidad para que haga algo por nosotros, o que la iglesia no sepa para que no tenga preocupación adicional por nosotros?
Lamentablemente en nuestro tiempo el liderazgo ha dado un viraje de muchos grados. Ahora el importante es el líder, más que la iglesia, ahora el importante es el pastor, más que el rebaño, ahora el importante es el maestro, más que sus discípulos. ¿Qué es lo importante en nuestro ministerio? 
Conclusión.  
Terminemos esta reflexión recordando algunos textos de profunda sabiduría sobre la humildad:
Sal 138:6  Porque Jehová es excelso, y atiende al humilde,  Mas al altivo mira de lejos.
Sal 147:6  Jehová exalta a los humildes,  Y humilla a los impíos hasta la tierra.
Pro 3:34  Ciertamente él escarnecerá a los escarnecedores,  Y a los humildes dará gracia.
Luc 14:11: Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido.
Luc 18:14 : porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.
Efe 4:2 (Anden)  con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor.
Stg 4:6  Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.
Stg 4:10  Humillaos delante del Señor, y él os exaltará.
1Pe 5:5… revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios,  Y da gracia a los humildes.
Vivir en comunión y en unidad es una característica del pueblo de Dios, pero dicha forma de vida, dado que somos seres humanos y vasos de barro, en ciertos momentos se hace complicada.
Conociendo de antemano este hecho el apóstol Pablo le recomienda a la iglesia amada de Filipos que todo lo que hagan, lo hagan con humildad: estimando a los demás como superiores y pensando en el beneficio de los demás antes que en el beneficio propio.
La misma recomendación tiene plena vigencia hoy para nosotros. Vivir en comunión y en unión fraternal debe ser una característica del pueblo de Dios y la humildad es el ingrediente preciso y necesario para llevar a cabo este plan.
Es el momento de dejar a un lado nuestro yo, de creernos superiores a lo que nos rodean, de hacer cosas por adquirir un beneficio personal. Es el momento de que la humildad llene por completo nuestro corazón.
Para terminar y como es habitual permítame dejarle el siguiente principio práctico y bíblico que pretende presentarle un reto al cambio:
Cristo Jesús es la perfecta ilustración de lo que es la humildad, el llamado es a seguir su ejemplo, estimando a los demás como superiores a nosotros y buscando el beneficio de los demás antes que el propio.
En cuanto a nuestro liderazgo, Timoteo y Epafrodito son dos ejemplos a seguir. Qué bueno sería que sus características fueran parte de nuestra identidad como verdaderos líderes siervos de Dios.

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