5/3/16

Cada día la vida nos presenta nuevos retos, y la forma con la cual nos enfrentamos a estos retos marca una diferencia. La diferencia la hacen unos pocos y son ellos los que pasan a la historia. Barac, el personaje del que hablaremos hoy, enfrentó un reto e hizo la diferencia.


Veinte años había durado la crueldad del rey de Canaán sobre el pueblo de Israel. Desde la muerte del último líder, el dolor llenaba los corazones, así que Israel clama de nuevo a Dios, es escuchada, y Dios le envía un nuevo líder.


Su nombre es Barac. Era uno más de los de su familia. No se distinguía por su formación militar o sus estudios en el extranjero. Seguramente era pastor de ovejas o agricultor. Pero a él fue a quien mandó a llamar Débora, quien hablaba en nombre de Dios.


El mensaje era claro: Dios le pedía que organizara los hombres de su familia y de otras familias y luchara por la libertad del pueblo con la seguridad que Dios les daría la victoria. Barac aceptó el reto solo con la condición de ir acompañado por la representante de Dios.


La batalla se dio. Todo el ejército de los cananeos fue destruido por el poder de Dios. Dios les dio la victoria. Israel tuvo paz por durante 40 años. La proeza de Barac fue conocida por todo el pueblo. Barac fue el hombre que confió en la palabra de Dios y actuó de acuerdo a lo que Dios le ordenaba.


Los retos que enfrentamos hoy pueden ser muy distintos a los retos de Barac, pero su osadía, confianza, y decisión nos enseñan que sin importar el tamaño del reto, la victoria es nuestra. Barac confío en las palabras de Dios.

Hoy puedes ratificar tu fe en Jesús. Con seguridad en algún momento de la vida has pensado no poder llevar la pesada carga que te aflige, o no alcanzar la meta propuesta. Dios está contigo. Confía en él, y experimenta la victoria.

Imagen de Juan Sevilla. Tomada de: https://www.flickr.com

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