21/10/15

Cinco panes y dos pescados eran todo su almuerzo. Ese día había salido desde muy temprano de su casa con el único propósito de ver un milagro de Jesús. Se decía que había cambiado el agua en vino, que había sanado a la distancia al hijo de un siervo del rey, que había sanado a un paralítico, pero él lo quería ver por sus propios ojos.

El punto de reunión eran las playas del mar de Galilea. Nunca se imaginó que se reuniría tanta gente para escuchar y ver a Jesús, eran como cinco mil. La mañana había pasado. Ya era hora del almuerzo. Y hasta el momento no había pasado nada milagroso.

De lejos había visto a Andrés, quien era su amigo, y a Pedro; los dos eran seguidores de Jesús. Ellos y otros comenzaron a pedirle a la gente que se sentara en el prado. ¿Traerán comida para todos? El dinero de un mes de trabajo no alcanzaría para alimentar a tanta gente, pensó. Él estaba tranquilo, su almuerzo estaba seguro. Los cinco panes y los dos pescados le quitarían el hambre.

De pronto sintió que alguien lo tomaba del brazo y lo llevaba a donde estaba Jesús. Era Andrés. No tuvo tiempo de decir nada. Todo fue muy rápido. Solo escuchó que Andrés lo presentaba ante Jesús: -Este joven tiene cinco panes y dos peces, pero eso no alcanza.

No supo en qué momento le pasó su almuerzo a Jesús. Jesús lo tomó y dio gracias. Luego lo repartió y mandó a darle a todos. Allí vio el milagro. Con cinco panes y dos pescados Jesús alimentó una multitud. Esa mañana salió de su casa y fue a donde Jesús para ver un milagro, y ahora él estaba siendo parte del milagro.

La multiplicación de cinco panes y dos peces fue una señal de que Jesús era el Cristo. Muchos de los que almorzaron, quedaron llenos, pero solo unos cuantos creyeron en Jesús. Hacer parte de un milagro de Jesús implica entregar lo poco e insignificante que se tiene para que Jesús lo tome y haga maravillas.

El dueño de cinco panes y dos pescados nunca se imaginó que sería usado para un milagro, pero entregó lo que tenía en las manos de maestro. Es posible que pienses que tu vida vale poco porque el pecado y las malas decisiones te han llevado por el camino errado, pero te invitamos a entregarle eso que tienes a Jesús, él hará un milagro. Quienes hemos experimentado ser parte de un milagro solo tenemos palabras de agradecimiento a Dios. Un milagro Dios quiere hacer en ti.

John Anzola.
Imagen de Carlos Acosta tomada de https://www.flickr.com/

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