Exaltación de Cristo. Versículos 12-26:
Nadie en la vida desea pasar pruebas tan duras como estar postrado después
de un accidente de auto, por ejemplo, o estar preso por una causa injusta. Hay
circunstancias en la vida que tienen la habilidad para sacarle a uno un
escalofrío que recorre todo el cuerpo. Una de ellas puede ser estar preso,
después de haber sido azotado.
En la cárcel ha habido cantidad de personas que luego de salir o estando en
ellas han generado ideas maravillosas que han cambiado nuestra historia. Cabe
mencionar en este punto a Nelson Mandela, un líder político que estuvo preso
por 27 años. Luego de su larga condena lideró un proceso de democratización
multirracial en Sudáfrica, país en donde luego fue presidente. Ganó entre otras
condecoraciones, el Premio Nobel de Paz.
Dentro de una celda Miguel de Cervantes Saavedra escribió la primera
novela moderna en lengua española: El
Quijote de la Mancha. A pesar de su condición, su ingenio y motivación lo
llevaron a la redacción de esta obra cumbre de la literatura en nuestra lengua.
También, en lo profundo de una casa-cárcel de Roma el apóstol Pablo,
esperando un veredicto para su caso, redactó la carta a los Filipenses. Gran
carta. En ella tuvo la oportunidad de compartir con la iglesia todos sus
pesares, dolores, sufrimientos, pudo haber victimizado su condición, pero no lo
hizo. Pablo es un gran ejemplo de servicio, entrega y amor a Dios y a la obra.
Aun estando en la cárcel, escribe del gozo y la alegría que le produce Cristo.
En los versículos 12-18
Pablo les comenta la iglesia de Filipos el resultado de las cosas que le han
sucedido. Él estaba en la cárcel, lo que se podría convertir en una dificultad
para el evangelio, pero Pablo les deja saber a sus lectores que las cosas
que le habían sucedido, habían redundado más bien para el progreso del
evangelio.
Es interesante ver que una situación tan difícil como lo es estar en
prisión, Pablo la convierte en la oportunidad para el progreso del evangelio. Esto
se puede ver por dos hechos específicos. Por un lado, toda la guardia sabe que
Pablo está preso por causa del evangelio, por predicar el evangelio; el
ejercito romano, y seguramente el gobierno romano, se habría enterado qué era
lo que Pablo predicaba. Y por otro lado, la mayoría de hermanos de la iglesia
se atreven a predicar el evangelio sin temor.
A continuación Pablo desarrolla su
comentario respecto al último punto. La iglesia de Roma no había sido fundada
por Pablo, y ahora él estaba encarcelado en esa ciudad, la capital del imperio.
Su prisión había motivado a los hermanos de la iglesia a anunciar el evangelio,
pero Pablo describe a estos predicadores en dos grupos.
Algunos, dice Pablo,
predican a Cristo por envidia y contienda, anuncian a Cristo por contención, no
sinceramente, pensando añadir aflicción a mis prisiones. Los otros, el otro
grupo, predican a Cristo de buena voluntad, por amor, sabiendo que estoy
puesto para la defensa del evangelio. (Versículos 15-17)
Aunque uno podría esperar un fuerte llamado de atención de parte del Pablo
hacia los que predicaban el evangelio
motivados por la envidia, la contienda y/o la rivalidad con el apóstol, Pablo
concluye su análisis de una manera absolutamente radical, madura y asombrosa.
No entra a determinar si la motivación de los unos o de los otros es la
correcta, lo que Pablo hace es enfatizar el resultado de dicha predicación: no
obstante, de todas maneras, o por pretexto o por verdad, Cristo es anunciado; y
en esto me gozo, y me gozaré aún. (Versículo 18).
Aunque en esta parte Pablo no dedica tiempo a llamar la atención de los que
predican a Cristo por envidia, con lo que él no está de acuerdo como lo
mencionará en otra carta, hace especial énfasis en lo que él juzga realmente
importante: Cristo es anunciado.
Es importante comentar que en el libro de Filipenses se menciona a Cristo
en 29 ocasiones; en el capítulo 1 se menciona 12 ocasiones, 8 de ellas en la
sección desde el versículo 12 hasta el 27.
Con esto podemos ver que el punto central del escrito de Pablo es
Cristo. La carta a los Filipenses es una carta absolutamente cristocéntrica.
Lo que en realidad le interesa a Pablo y llena su corazón de gozo, aún
estando en la cárcel, es que Cristo sea anunciado. El punto de su ministerio es
Cristo.
El los versículos 19-20 Pablo hace referencia a su confianza en su pronta
liberación gracias a la oración de la iglesia y la obra Dios. Pablo, como es de
esperarse, deseaba su liberación y
confiaba en que no sería avergonzado dado que Cristo sería magnificado en
él.
Qué convicción de Pablo. Su interés, más allá de su liberación, radicaba en
que Cristo sería magnificado, glorificado y alabado. En otras palabras
Pablo estaba seguro que su libertad no sería para su propia gloria, sería para
la gloria de Cristo. Y afirma: o por vida
por muerte. Sin importar el resultado final Cristo debía ser
glorificado.
El versículo 21 es una declaración cumbre de la
presentación de Pablo: para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. En
otras palabras: Cristo es todo para mí. En los versículos 22-24 explica su
convicción.
Pablo dice: vivir resulta provecho porque sirvo a
Cristo, morir resulta más provechoso porque estaré con Cristo. Si tuviera que elegir, elegiría
lo segundo. Pero no puedo, aun tengo la necesidad de estar al servicio de
Cristo.
A continuación Pablo les
dice: quedaré, estaré con ustedes dentro de un tiempo, podremos saludarnos,
abrazarnos, podré serles de provecho. Y (versículo 26) para que por mi visita abunde vuestra
gloria en Cristo Jesús. Pablo sigue pesando en Cristo más que en él.
El punto central del
evangelio de Pablo siempre fue Cristo. En sus predicaciones en las ciudades a
donde estuvo siempre anunció a Cristo: en Antioquía de Pisidia, en Atenas, por
ejemplo. El tema fue Cristo. En su visita a Corinto, no quiso saber nada más que
del Cristo crucificado. Sus cartas son una ovación completa a Cristo. Y este
pasaje, más que en ningún otro en la carta, deja el precedente de la
importancia de Cristo.
Sin Cristo no hubiera
evangelio, sin Cristo no hubiera salvación, sin Cristo no hubiera predicación,
sin Cristo nuestra fe sería vaga, vana, vacía. Pero Cristo es real, Jesús es el
Cristo, el anunciado en las profecías, en quien se cumplieron las promesas,
quien murió y a los tres días resucitó, quien subió al cielo y a quien ahora
esperamos.
En nuestros labios solo
quedan palabras para glorificar a Cristo y tener en verdad la confianza y la
convicción de Pablo: Cristo es mi vida, Cristo es mi muerte, todo es de mi
Cristo. Por lo tanto a él sea la gloria por siempre, amén.
En las circunstancias de
Pablo, anciano, enfermo y en la cárcel, sería un poco contradictorio escucharlo
hablar de gozo de alegría. Pero esta alegría no está motivada por sus
circunstancias. Está motivada en que a pesar de sus circunstancias Cristo
es anunciado y glorificado.
De la exposición de
Pablo en los versículos 12-26 podemos desprender el siguiente principio:
Nuestra alegría, más allá de ser generada por una acción nuestra o de otros
debe ser generada porque Cristo y solo Cristo es glorificado. El punto central del
evangelio es Cristo y el punto central de nuestra vida debe ser Cristo.
La vida de un cristiano no se puede entender sin
Cristo. Cristo es y debe ser el centro real de nuestra vida, y sin importar lo
que hacemos él debe recibir siempre nuestra alabanza.
¿Es Cristo el centro de centro de nuestra vida?
¿Podemos decir como Pablo: mi vida es Cristo, todo le pertenece a Cristo?
¿Reconozco que el importante es Cristo? ¿Le doy la gloria por lo que él hace?
John Anzola. Junio 2012.
sdsds
ResponderEliminarcalla mrd
Eliminartu callate mrd
Eliminariyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy
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