20/7/18

El Gran Teatro. Imagen de Pixabay. 
De largo y de ancho era como un campo de fútbol, de alto como edificio de 6 pisos. 120 columnas de mármol sostenían el techo del mismo material. Su construcción duró 120 años y fue catalogado como una de las 7 maravillas del mundo antiguo. Gente de todo el mundo viajaba a Éfeso a conocer el gran templo de Diana, también llamada Artemisa, que representaba para los griegos la caza y la virginidad. Pero eso no era el único atractivo de Éfeso, también lo era su gran teatro.

25.000 personas tenían un asiento seguro en el Gran Teatro de Éfeso. Allí se podían apreciar espectáculos teatrales y deportivos; ponencias políticas y filosóficas. Fue construido en forma de herradura para asegurarse que la acústica fuera la indicada y todos pudieran escuchar a quien hablaba, en una época en que no existían equipos de amplificación.

Además, Éfeso era un puerto. Punto obligatorio de viajeros. Centro comercial de la época. Todos conocían algo de Éfeso, de su diosa, de su teatro, de su gente. Éfeso era conocida en el mundo conocido. Y hasta allí llegó Pablo, para dar a conocer al verdadero Dios, a Jesucristo quien no tenía un templo construido, sino que su templo era el corazón de quien creía en él.

Entre el año 56 y 53 Pablo llevó a cabo su tercer viaje misionero. Primero estuvo en Antioquía y luego fue a Éfeso; allí, otro misionero, Apolos, había sembrado el evangelio, y cuando Pablo llegó su tarea estuvo centrada en dar fundamentos y en demostrar el poder de Dios por medio de su palabra. Quienes habían sido bautizados en el bautismo de Juan, fueron bautizados en el nombre de Jesús y fueron llenos del Espíritu Santo.

Dos años estuvo Pablo enseñanza el evangelio, primero en una sinagoga luego en una escuela. La labor misionera fue tan eficaz que todos los que habitaban en Asia oyeron el evangelio de Jesucristo. Hubo grandes milagros. Algunos intentaron hacer lo mismo que hacía Pablo pero no pudieron, evidenciando así que el poder no era de Pablo sino de Jesucristo. Quienes practicaban la magia quemaron sus libros. Y poco a poco el evangelio se extendía.

Tal fue el impacto del evangelio que los mercaderes que estaban alrededor del Templo de Diana se organizaron en contra de Pablo porque el evangelio que este predicaba poco a poco dañaba la venta de templecillos de la diosa. Y allí, en el Gran Teatro, fueron llevando algunos líderes de la iglesia naciente para ser juzgados, sin éxito alguno.
Jesucristo es más grande que cualquier maravilla construida por manos humanas, más grande que un templo, más grande que un gran teatro. Su poder puede hacer que el corazón del hombre sea su templo cuando su espíritu le llena por completo. En nuestra época, muchos pretenden construir grandes maravillas pero Jesús siempre será más grande que todas ellas, y su evangelio seguirá teniendo todo el poder.

Grandes maravillas hechas por el hombre nos logran impactar tal como en el primer siglo el Templo de Diana y el Gran teatro lo hicieron con los propios y ajenos de Éfeso. Hoy, tal como sucedió en esa época, el poder de Jesús es más grande que toda construcción, que toda ideología, que todo movimiento. Haz que tu vida sea una maravilla, deja que Jesucristo llene tu corazón, conviértete en su templo. Vive como su templo.


John Anzola


Julio 20 de 2018.

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