7/11/15


Esta es la historia de un hombre que no pidió ser sano, que no le creyeron que fue sano, pero que terminó creyendo con su corazón que Jesús era Dios.

Nació ciego. No era como el caso de otros invidentes que habían visto algún día y luego habían quedado ciegos, por lo menos tenían los recuerdos a color. Pero él no. Sus recuerdos estaban llenos de sonidos, de sensaciones, pero todo eran oscuros, manchados.

En el camino se cruzó con Jesús. Recuerda que escuchó unas palabras y sintió que le aplicaban lodo sobre sus párpados. Luego alguien le dijo que fuera al estanque a lavarse. Fue tan rápido como sus cuatro sentidos se lo permitieron. Se lavó. Allí vio el azul del cielo, el verde de los árboles, los colores de las flores.Allí también vio la cara de incredulidad de los que le rodeaban.

No lo reconocían. No era posible que fuera el mendigo, el ciego. Pero él ahora veía. Primero los vecinos y luego los fariseos le preguntarían cómo Jesús lo había sanado. Él narró lo ocurrido pero no le creyeron. Tuvieron que llamar a sus padres para comprobar la historia.

Su vista también le sirvió para ver una ceguera más profunda que la suya. La ceguera del corazón. Porque cuando alguien no cree, simplemente no ve, no ve ni lo más obvio. Los vecinos, los fariseos, y sus padres no pudieron ver, teniendo la vista, que Jesús era el Cristo.

La última escena del milagro transcurre entre Jesús y el hombre que antes estaba ciego:

Jesús le pregunta ¿Crees en el Hijo de Dios?

El hombre responde: ¿Quién es para que crea en él?

Jesús le dice: le has visto, es el que habla contigo.

El hombre afirma: Creo.

La escena termina con un hombre adorando a Jesús.

Quien antes estaba ciego, ahora veía. Quien antes era incrédulo ahora creía. El milagro de Jesús no solo estuvo en darle vista a un ciego, estuvo en revelarse a un hombre para que este creyera.

La sociedad ve en Jesús a un hacedor de señales. Las personas corren a la iglesia a esperar un milagro de Dios. Muchos obedecen por un milagro, pocos creen en Jesús por la salvación de su alma.

Te invitamos a acercarte a Jesús por fe y para fe. Abre los ojos de tu corazón de manera que puedas ver el poder y la gloria de quien dio su vida por ti. Él solo pide que creas en él. ¿Crees en tu corazón que Jesús es Dios y que ha hecho todo lo que se podía hacer para salvarte? si tu respuesta es sí, la única acción que resta es la misma del hombre que vió: adórale.

John Anzola

Imagen de Hernán Piñera. Tomada de: https://www.flickr.com

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