15/1/16

El proyecto de vida del rey se estaba cumpliendo: El Arca de Dios era restituida. La misma presencia de Dios regresaba a Jerusalén. Ese día hubo fiesta. Desde el rey hasta los siervos entonaban cantos de alabanza a Dios por su misericordia. Un canto,  decía:






¡Demos gracias a nuestro Dios!
¡Digamos con orgullo
que no hay otro Dios aparte del nuestro!
Acerquémonos a nuestro poderoso Dios,
y procuremos agradarle siempre.
Hagamos memoria de las maravillas
que nuestro Dios ha realizado;
recordemos sus milagros
y los mandamientos que nos dio.
¡Démosle gracias porque él es bueno!
¡Dios nunca deja de amarnos!


El regreso del Arca de Dios a Jerusalén fue una muestra de amor tal como lo fue la cruz. ¡Consumado es!, y el velo del templo se rasgó de arriba hacia abajo abriendo una puerta de misericordia para todo aquel que cree que Jesús es el Cristo.


Tal como el pueblo de Israel entonó alabanzas por el amor de Dios mostrado en el Arca, hoy podemos entonar un canto de gratitud a Dios por su amor mostrado en la cruz del calvario.


Es posible que nuestra voz no tenga el mejor tono, que nuestra canción no tengan el mejor ritmo; pero un canto de gratitud a Dios por lo que él hizo no es un sonido melódico que sale de la boca, sino una declaración de amor que sale del corazón. Le amamos porque él nos amó primero.


La gratitud no es más que el reconocimiento de haber recibido de Dios un regalo inmerecido. Dicho reconocimiento lo expresamos en canciones, en oraciones, en predicaciones,  en acciones que cada día nos recuerdan que lo que tenemos lo tenemos por gracia, por su misericordia, por su inmenso amor, como lo diría otra canción.

El canto de David invita al pueblo a dar gracias a Dios porque él nunca deja de amarlos. Nuestro canto hoy debería afirmar que le cantamos por su amor y que le cantamos porque le amamos. Dale hoy a Dios un canto de gratitud.

Hoy no contamos con una imagen de la presencia de Dios como lo fue el Arca de Dios, en la época de David. Hoy contamos con la misma presencia de Dios en nuestro corazón. Su amor por nosotros es una razón firme para elevar un canto de gratitud a nuestro Dios. ¿Les has dado gracias a Dios por su amor? Esta es una buena oportunidad.

Imagen de Chechi Peinado. Tomada de: https://www.flickr.com

John Anzola
Enero de 2016

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