Escribo para no perder la costumbre. El último hecho que requirió de mi entera concentración fue un evento infantil de carácter cristiano al que asistí. El gran campamento infantil 2012, de la IPUC Central.
El viernes 21 llegué al punto de encuentro a las 7:30 p.m. Hora y media después todos estábamos en el bus rumbo a Chinauta. A las 2:00 a.m, me estaba acostando, y solo hasta las 3:30 a.m pude quedarme dormido a fuerza, después de llamarles la atención a cuatro chicos entre los 10 y 12 años para que me dejaran dormir.
Como no se acostaron solos, me voy a acostar con ustedes –les dije en un tono amenazante. Me acosté con ellos para que dejaran de hacer ruido. 10 minutos después yo estaba dormido y ellos salieron campantes de la cabaña y siguieron “jugando”. Según me dijeron al otro día, se acostaron a las 5:00 a.m.
El campamento inició. Otros organizadores se fueron a dormir a las 4:30 a.m. después de dejar lista la decoración y todos los detalles a que había lugar. Al día siguiente comenzamos. El primer tema fue Te presento a… El punto central fue presentar a Jesucristo. La pauta para hacerlo fue el discurso de Pedro el día de Pentecostés y el evangelio de Marcos. Dios habló. Los niños aprendieron. Pudimos presentar a Jesús. Jesús es el señor.
Tengo que decir que uno de los tres muchachos que no me dejaron dormir, se durmió mientras yo dictaba la clase. Los otros tres hicieron mucha fuerza porque sus ojos no se cerraran.
Después de almuerzo, una gran hamburguesa. Los muchachos pudieron realizar unas pruebas de obstáculo y armar un rompecabezas que nombraba uno de los cinco atributos de Dios que explicaríamos en la clase de la noche. La alegría de los chicos al armar el rompecabezas, al relacionar contenidos, al lograr terminar las pruebas, esa alegría no tiene precio.
Por fin llegó lo más esperado. La piscina. Alguna vez deberíamos hacer un campamento en la piscina. Esa es una idea loca.
En la noche la clase tituló Descúbrelo tú mismo. Omnisciente, omnipresente, todopoderoso, amigo y salvador fueron los cinco atributos que expusimos, que ellos escucharon y de los cuales pudieron aprender. En verdad Dios es muy bueno con el ser humano, sin merecerlo recibimos grandes beneficios que cambian nuestra vida.
Tengo que decir que a las 10:30 p.m. la mayoría estaba durmiendo. El cansancio les ganó. El cansancio nos ganó.
El domingo, último día de nuestro campamento el sol pegaba muy fuerte, tal vez más fuerte que el fuerte dolor de cabeza que me acompañó por casi toda la mañana. Después del desayuno hicimos la actividad de las manos embarradas. Una vez los niños estuvieron bañados, ensuciaron sus manos en barro, luego alguien les bañó las manos, luego alguien les aplicó perfume. Todos dijeron hacerlo porque querían y porque creían que el agua podía limpiar sus manos.
Luego tuvimos la clase general. El calo arreciaba. Todos sentíamos una sed terrible. Yo más. Les expliqué que Jesús, Dios hecho hombre, era como un vaso de agua que refresca nuestra vida. Sol había que querer tomar agua y creer que el agua podía calmar nuestra sed. Muchos se levantaron y decidieron pasar al frente a tomar su vaso de agua.
La clase inició. La historia narraba la relación distante que tenían los hombres de Dios. Un gran abismo, un río profundo. Por más que el hombre había intentado acercarse a Dios todos sus intentos habían sido infructuosos. Ante el problema Dios presenta una solución. Yo mismo iré y los salvaré. Porque de tal manera amó Dios al mundo que envío a su hijo unigénito para que todo aquel que en él crea no se pierda sino que tenga vida eterna.
Fue Dios quien diseñó un plan, el único plan de salvación. Dios se hizo carne en Jesús, murió por nuestros pecados, resucitó para darnos vida eterna, y ahora le toca al ser humano decidir si cree en lo que Jesús hizo por él.
Muchos niños levantaron la mano como una muestra de que creían que lo que Jesús hizo por ellos era más que suficiente. Muchos dijeron querer y creer que deseaban recibir a Jesús. Muchos pasaron adelante. Por muchos oramos con lágrimas en nuestros ojos rogando a Dios que lo que habían escuchado lo guardaran en sus corazones.
Luego piscina. Luego el almuerzo. Luego el regreso.
Eran las 7:30 p.m. del domingo cuando llegamos al mismo lugar de donde habíamos salido el viernes anterior a las 9:00 p.m.
La finalidad del evento buscaba que los niños aprendieran quién era Jesús y qué hizo él por los niños, en otras palabras que supieran cuál era el plan de salvación. Ese objetivo planteado se cumplió. La enseñanza se dio.
Antes de subirnos al bus, uno de los niños se me acercó y me dijo – Gracias por todo lo que nos enseñó. Yo, solo lo abracé. Ese gesto fue más que suficiente.
Estos chicos habrán aprendido realmente si algún día recuerdan quién es Jesús y lo que él hizo por ellos. Estoy seguro que Dios algo les dijo y su corazón se quedaron algunas palabras con fundamente bíblico y que fungen como fuente de vida. De eso se trata la predicación.
El viernes 21 llegué al punto de encuentro a las 7:30 p.m. Hora y media después todos estábamos en el bus rumbo a Chinauta. A las 2:00 a.m, me estaba acostando, y solo hasta las 3:30 a.m pude quedarme dormido a fuerza, después de llamarles la atención a cuatro chicos entre los 10 y 12 años para que me dejaran dormir.
Como no se acostaron solos, me voy a acostar con ustedes –les dije en un tono amenazante. Me acosté con ellos para que dejaran de hacer ruido. 10 minutos después yo estaba dormido y ellos salieron campantes de la cabaña y siguieron “jugando”. Según me dijeron al otro día, se acostaron a las 5:00 a.m.
El campamento inició. Otros organizadores se fueron a dormir a las 4:30 a.m. después de dejar lista la decoración y todos los detalles a que había lugar. Al día siguiente comenzamos. El primer tema fue Te presento a… El punto central fue presentar a Jesucristo. La pauta para hacerlo fue el discurso de Pedro el día de Pentecostés y el evangelio de Marcos. Dios habló. Los niños aprendieron. Pudimos presentar a Jesús. Jesús es el señor.
Tengo que decir que uno de los tres muchachos que no me dejaron dormir, se durmió mientras yo dictaba la clase. Los otros tres hicieron mucha fuerza porque sus ojos no se cerraran.
Después de almuerzo, una gran hamburguesa. Los muchachos pudieron realizar unas pruebas de obstáculo y armar un rompecabezas que nombraba uno de los cinco atributos de Dios que explicaríamos en la clase de la noche. La alegría de los chicos al armar el rompecabezas, al relacionar contenidos, al lograr terminar las pruebas, esa alegría no tiene precio.
Por fin llegó lo más esperado. La piscina. Alguna vez deberíamos hacer un campamento en la piscina. Esa es una idea loca.
En la noche la clase tituló Descúbrelo tú mismo. Omnisciente, omnipresente, todopoderoso, amigo y salvador fueron los cinco atributos que expusimos, que ellos escucharon y de los cuales pudieron aprender. En verdad Dios es muy bueno con el ser humano, sin merecerlo recibimos grandes beneficios que cambian nuestra vida.
Tengo que decir que a las 10:30 p.m. la mayoría estaba durmiendo. El cansancio les ganó. El cansancio nos ganó.
El domingo, último día de nuestro campamento el sol pegaba muy fuerte, tal vez más fuerte que el fuerte dolor de cabeza que me acompañó por casi toda la mañana. Después del desayuno hicimos la actividad de las manos embarradas. Una vez los niños estuvieron bañados, ensuciaron sus manos en barro, luego alguien les bañó las manos, luego alguien les aplicó perfume. Todos dijeron hacerlo porque querían y porque creían que el agua podía limpiar sus manos.
Luego tuvimos la clase general. El calo arreciaba. Todos sentíamos una sed terrible. Yo más. Les expliqué que Jesús, Dios hecho hombre, era como un vaso de agua que refresca nuestra vida. Sol había que querer tomar agua y creer que el agua podía calmar nuestra sed. Muchos se levantaron y decidieron pasar al frente a tomar su vaso de agua.
La clase inició. La historia narraba la relación distante que tenían los hombres de Dios. Un gran abismo, un río profundo. Por más que el hombre había intentado acercarse a Dios todos sus intentos habían sido infructuosos. Ante el problema Dios presenta una solución. Yo mismo iré y los salvaré. Porque de tal manera amó Dios al mundo que envío a su hijo unigénito para que todo aquel que en él crea no se pierda sino que tenga vida eterna.
Fue Dios quien diseñó un plan, el único plan de salvación. Dios se hizo carne en Jesús, murió por nuestros pecados, resucitó para darnos vida eterna, y ahora le toca al ser humano decidir si cree en lo que Jesús hizo por él.
Muchos niños levantaron la mano como una muestra de que creían que lo que Jesús hizo por ellos era más que suficiente. Muchos dijeron querer y creer que deseaban recibir a Jesús. Muchos pasaron adelante. Por muchos oramos con lágrimas en nuestros ojos rogando a Dios que lo que habían escuchado lo guardaran en sus corazones.
Luego piscina. Luego el almuerzo. Luego el regreso.
Eran las 7:30 p.m. del domingo cuando llegamos al mismo lugar de donde habíamos salido el viernes anterior a las 9:00 p.m.
La finalidad del evento buscaba que los niños aprendieran quién era Jesús y qué hizo él por los niños, en otras palabras que supieran cuál era el plan de salvación. Ese objetivo planteado se cumplió. La enseñanza se dio.
Antes de subirnos al bus, uno de los niños se me acercó y me dijo – Gracias por todo lo que nos enseñó. Yo, solo lo abracé. Ese gesto fue más que suficiente.
Estos chicos habrán aprendido realmente si algún día recuerdan quién es Jesús y lo que él hizo por ellos. Estoy seguro que Dios algo les dijo y su corazón se quedaron algunas palabras con fundamente bíblico y que fungen como fuente de vida. De eso se trata la predicación.
John Anzola
Noviembre 27/2012.
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