Sobreabundar.
Después de leer la primera carta de Pablo a los Tesalonicenses pensé que sería gratificante poder ser el destinatario de una carta semejante. Siempre será un honor poder recibir una carta de reconocimiento como lo es ésta. La iglesia de Tesalónica, como pocas en el Nuevo Testamento, tuvo el honor merecidamente, de recibir una carta en donde se utilizan más de 33 versículos para describirla como una iglesia ejemplo.
Quien redacta la carta es el apóstol Pablo y sus colaboradores Timoteo y Silvano. Mientras que estaban en Corintio y como una necesidad de aclarar unos temas de corte escatológico y de la vida práctica, Pablo toma la pluma y se dispone a escribir a una iglesia amada por él (1:8).
La relación del apóstol con los habitantes de Tesalónica inicia luego de que Pablo emprende su segundo viaje misionero. Estando en Misia, en un sueño, Pablo ve un varón macedonio que le ruega “Pasa y ayúdanos” (Hechos 16:9). Después de aquel llamado Pablo, acompañado por otros entre ellos Lucas, parten hacia Macedonia.
La ruta del viaje marca las tres ciudades más importantes de la región. Filipos, que era una colonia romana fue la primer ciudad, pero allí después de predicar fueron tomados presos, fueron azotados, y en verdad afligidos (1 Tesal 2:2). La siguiente ciudad fue Tesalónica, un puerto, una ciudad de comercio. Allí Pablo discutió con ellos y por medio de las escrituras les demostró que era necesario que Jesús, el Cristo, muriera; así mismo predicó su resurrección. El viaje por Macedonia terminó en Atenas.
Algunos años después de la fundación de la iglesia en Tesalónica, por la imposibilidad de Pablo de poder visitar la iglesia y luego de haber enviado a Timoteo y de escuchar de parte de este las noticias sobre la iglesia, Pablo les escribe esta entrañable carta. Los capítulo 1, 2 y 3, más del 50% de la carta son dedicados a reconocer a la iglesia de Tesalónica como una iglesia ejemplo, que tuvieron un apóstol ejemplo y que persisten en lo que recibieron.
Los capítulos 4 y 5 son dedicados a realizar unas recomendaciones en cuanto a la vida práctica de los creyentes del evangelio y a aclarar un tema escatológico particular. En la actualidad, por dicho pasaje es que reconoce esta carta, dejando a un lado el mensaje completo de la misiva.
Antes de pasar al punto central de este artículo, parte del capítulo 4, permítame realizar unas reflexiones en cuanto a los capítulos que preceden el pasaje en mención.
La iglesia de Tesalónica es un ejemplo a seguir. La obra de fe, el trabajo de amor y constancia en la esperanza en Jesucristo hace que ésta iglesia fuera un ejemplo a seguir para las iglesias del primer siglo y para nosotros. El testimonio de esta iglesia fue una misiva evangelística para las iglesias de Macedonia y Acaya.
El apóstol y sus colaboradores son un ejemplo. Pablo expone su ministerio, y describe que bajo la dirección del Espíritu Santo su tarea fue la de únicamente anunciarles el evangelio, sin buscar ganancia, sin hablar error, agradando a Dios, sin convertirse en un agravio para los creyentes, con el amor y ternura de una niñera, de la misma manera que lo hace un Padre.
Con el paso del tiempo la persistencia de la iglesia en sus enseñanzas es un ejemplo. Al ser imposible para Pablo visitar la iglesia, envía a Timoteo. Al regreso de este el mensaje era una buena noticia. La iglesia de Tesalónica persistía en el amor y la fe, convirtiéndose así en un consuelo para el apóstol.
¿Seremos nosotros una iglesia ejemplo? ¿Si fuéramos hoy destinatario de una carta como ésta, el apóstol podría asegurar y calificarnos de la misma manera que lo hace con la iglesia de Tesalónica? ¿Nuestros líderes son un ejemplo? ¿Es nuestro único interés anunciar el evangelio con las mismas características que lo hizo el apóstol Pablo? ¿Con el paso de tiempo persistimos en lo que hemos aprendido? ¿Seremos consuelo para nuestros maestros? ¿Somos una iglesia en crecimiento?
El capítulo 4 inicia con un cambio de tema. El apóstol lo deja muy claro. Por lo demás, hablando de otra cosa… Las palabras a continuación son un mensaje actual y rotundo para nosotros; a comienzos del siglo XXI las palabras que siguen a continuación tienen la misma o mayor fuerza que tuvieron en el primer siglo. Son un llamado, un ruego, un pedir desde el corazón del apóstol.
Les rogamos y exhortamos, en el Señor Jesús. Son dos acciones que se complementan. Pablo, como un padre y como un maestro, ruega a su oyente extra tempore y los incita detalladamente.
Muchas veces como maestros, cuando queremos hacer una recomendación precisa con nuestros estudiantes utilizamos esta misma manera de decir las cosas. Muchas veces tomamos una actitud paterna fuera de casa y hasta con ruegos intentamos llamar a nuestros estudiantes al cambio.
La palabra griega utilizada en este pasaje también es utilizada cuando la suegra de Pedro estaba muy enferma y rogaron a Jesús que la sanara; o cuando la mujer sirofenicia ruega a Jesús que sane su hija; o cuando el varón macedonio aparece en sueños y le pide a Pablo que les ayude. Indica un deseo que sale de lo profundo del corazón, una petición acompañada por un sentimiento genuino.
La exhortación que hace el apóstol es un llamado al lado, es un ven aquí cerquita que te tengo que decir algo, es una incitación con palabras sinceras para que sigan actuando como lo están haciendo pero aún más a que crezcan en su comportamiento. Es un llamado a la abundancia.
La construcción griega determina precisamente el objeto del llamado (καλεω+ infinitivo: llamar a). Pablo los llama a andar y a agradar a Dios. Hoy ese es el llamado.
Pablo es un maestro que tuvo la oportunidad, directa e indirectamente, de enseñar a la iglesia de tesalónica en cuanto al evangelio y cómo este afecta la vida del hombre. Pablo les dice: Les rogamos y les exhortamos que vivan y agraden a Dios, así como nosotros les enseñamos. Es muy importante, en este pasaje, el hecho que Pablo ruega que la iglesia viva de acuerdo con las enseñanzas que ha recibido.
Se ha enseñando únicamente cuando quién escucha la enseñanza la recibe, la guarda y permite que su vida sea transformada por dicha enseñanza. Lo que Pablo está pidiendo es que sus enseñanzas no queden en sacos huecos o vacios, sino que surta efecto y perdure en el corazón de sus oyentes.
Dos elementos indican que el ruego de Pablo no queda allí. En primer lugar, ya hemos mencionando que la iglesia de tesalónica era un ejemplo, lo que quiere decir que su comportamiento agradaba a Dios que ellos andaban conforme a la enseñanza. En segundo lugar, en algunas fuentes del texto en griego aparece la expresión que se puede traducir como: ustedes ya lo hacen.
¿Qué quiere decir esto? El ruego de Pablo no solo se queda en pedir que la iglesia ande correctamente y agrade a Dios ya que por lo que hemos dicho la iglesia ya lo hacía. El ruego de Pablo se encamina a un punto final: Para que abundéis más y más.
La palabra que se traduce por abundéis indica claramente un deseo profundo del apóstol. En griego, la misma palabra se utiliza luego de que Jesús multiplicó los panes y los peces, abundó de tal manera que sobraron 12 cestas llenas. El sentido del texto va a que abundéis más y más y más. En otras palabras sobreabunden, estén por encima de la medida, excédanse.
El llamado del apóstol a la iglesia de Tesalónica y hoy a nosotros es por el crecimiento. Seguramente nuestro estado, por la gracia de Dios, por su compañía, por su enseñanza, por su acompañamiento, es similar al de la iglesia de Tesalónica, pero hoy el llamado del apóstol es a exceder esa medida, a sobreabundar más y más.
La vida cristiana no puede ser simplemente un estado, una decisión estable, un título impuesto, una serie de rituales que se ejecutan mecánicamente. La vida cristiana debe indicar un crecimiento continuo. Bien han comparado la iglesia con un niño. Los niños están, siempre en constante crecimiento, siempre están pendientes de exceder su talla, siempre están pensando en lo grandes que están.
¿Estamos nosotros como iglesia en constante crecimiento? O por el contrario ¿Creemos que ya hemos llegado a nuestro tope?
Teológicamente el crecimiento es identificado con la palabra santificación. Pablo, indica que el deseo de Dios es nuestra santificación (1 Tesl. 4:4). Y a continuación presenta unas recomendaciones precisas que describen, en unos temas particulares, lo que es agradar a Dios.
Apártense de fornicación. Cada uno tenga su propia esposa. No se comporten como los gentiles que no conocen a Dios. No agravien a su hermano. No engañen a su hermano. La lista continúa en 5:12-22. Pablo vuelve a reiterar: Dios no nos ha llamado a inmundicia sino a santificación.
La palabra ruego que se utilizó en el versículo 1 vuelve a aparecer en el versículo 10. Esto indica con claridad que el apóstol no solo hace un ruego sino en realidad son dos ruegos.
El segundo está caracterizado por el testimonio. Pablo les ruega que vivan en amor fraternal, que tengan tranquilidad, que se ocupen de sus negocios, que trabajen con sus manos. El fin de todo es que anden honradamente para con los de afuera. Pero igual al caso anterior el ruego tiene otro ingrediente: que abundéis más y más.
Son dos ruegos. Los dos indican crecimiento, no estancamiento. Los dos hablan de conducta, de comportamiento, de andar en una senda, como es el significado literal del término griego. El primer ruego hace referencia a andar de manera que agrademos a Dios; el segundo ruego hace referencia a andar de manera decente con los de afuera. El común denominador de los dos es que no pueden ser estáticos, deben exceder la medida, deben sobreabundar.
En los versículos 4:13 – 5:11 el apóstol trata acerca del tiempo que viven los tesalonicenses, no es fácil. Pero frente a este hecho hay una esperanza que no avergüenza. Un día el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.
El epilogo de la carta es un deseo sincero de apóstol que reúne equilibradamente dos acontecimientos: nuestro andar en esta tierra, nuestro constante crecimiento, nuestra santificación y la esperanza gloriosa de vida eterna.
Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. (1Ts 5:23).
A modo de conclusión.
El ruego bipolar del apóstol Pablo está aún vigente. Por un lado, es indispensable andar, comportarnos, actuar, conducirnos, de manera agradable a Dios. Nuestra razón de ser debe ser es darle la gloria solo a él, porque él la merece, porque somos sus hijos comprados a precio de sangre preciosa, porque somos su pueblo. Seguramente nuestro comportamiento ya tiene ésta característica, así que el llamado no se queda allí, el llamado es a crecer, a sobreabundar en acciones que agraden a Dios.
En segundo lugar, es necesario andar, comportarnos, conducirnos de manera honrada, decente, honesta, no igual que los que no creen en Dios. Seguramente lo estamos haciendo, así que el llamado es a crecer sobre abundar en acciones que muestren que creemos en Dios para testimonio a otros.
Si tuviéramos que resumir el consejo del apóstol en un principio claro y práctico diríamos que nuestra conducta, que siempre debe ser agradable a Dios y decente para con los demás, debe estar caracterizada por un continuo crecimiento según las enseñanzas bíblicas.
¿Vivimos en ese proceso? ¿Estamos en crecimiento? ¿Sobreabundamos en ser agradables a Dios y en actos honorables hacía los demás?
John Anzola
Mayo 2012.
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